La vida verdadera

27 octubre 2025

por | 27 octubre 2025

He leído dos textos de Annie Ernaux que me han parecido especialmente duros. Me refiero a L’événement (hay traducción al castellano: El acontecimiento, en Tusquets), en el que narra el proceso por el que pasó a propósito de un aborto siendo muy joven; y Je ne suis pas sortie de ma nuit (también puede leerse en traducción: No he salido de mi noche, en Cabaret Voltaire), en el que da cuenta –en forma de diario– de los últimos días de su madre antes de morir en un hospital.

Este último lo he dejado antes de tiempo, lo confieso: me ha recordado a mí mismo en otro hospital con mi madre y en una situación, si no tan tremenda como la que refleja Ernaux, sí similar, por cuanto murió también. De aquellos días guardo un cuaderno de tapas rojas en el que, mientras la acompañaba, anotaba lecturas o me desahogaba, según (o ambas cosas a la vez). Han pasado casi tres años desde entonces, y ni se me ocurre volver a abrirlo. Tal vez en el futuro. Son heridas que tardan en cicatrizar. De ahí mi reconocimiento a la valentía de alguien como Ernaux, que se ha atrevido a volver sobre dos capítulos tan dolorosos de su vida. La memoria, aunque necesaria, hace daño.

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Más lecturas. Empiezo la del Evangelio de Mateo en la nueva traducción de Roser Homar que publica estos días Blackie Books. Esta nueva versión –lo aclara la traductora en las primeras páginas– trata de ajustarse a la variante del griego conocida como koiné. Tiene por ello un estilo algo más tosco de lo habitual (y aquí habitual quiere decir el de la traducción de Nácar y Colunga, de 1947, que ha publicado desde entonces la BAC).

El texto viene complementado, como es habitual en la colección en la que se encuadra (Clásicos Liberados) con textos de Jorge Luis Borges u Oscar Wilde, y contiene un buen número de imágenes que hacen alusión, directa o indirectamente, a este clásico que habrá inspirado, ahí es nada, a Pasolini (El Evangelio según San Mateo) o J.S. Bach (La Pasión según San Mateo). Una lectura esencial; un clásico, en definitiva, que merece la pena conocer bien dada nuestra relación histórica con el cristianismo.

Esta lectura me ha recordado que tengo pendiente la de la versión de nuestro Joan Francesc Mira: Evangelis (publicada por Proa en 2004). Un año antes de la aparición de esta traducción entrevisté a Mira a propósito de la lectura de los clásicos. Mi texto apareció en el primer número de la revista de la Biblioteca Valenciana. Lo he vuelto a leer. Merece la pena: dice cosas muy interesantes. También las fotos que le hizo mi querido y admirado José Jordán en aquel café, ya desaparecido, que había en el chaflán de las calles La Paz con General Tovar.
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Olvidé decir, a propósito de Manuel Arranz, que se le puede aplicar aquello del final de la Recherche proustiana: que lo considero afortunado por haber dedicado buena parte de su vida a la literatura. “La vraie vie, la vie enfin découverte et éclaircie, la seule vie par conséquent pleinement vécue, c’est la littérature”. A ello aspiramos también nosotros.

Fotografía: D.R.
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