Lo de Aldaia

8 junio 2024

por | 8 junio 2024

Estuvo bien volver por Aldaia. Valencia se ha quedado (¿definitivamente?) para el turismo. Me habría gustado acercarme hasta la calle de la Iglesia para tomar un café y un pastel de chocolate en Selvi, un establecimiento de los de toda la vida, pero no fue posible. La falta de tiempo, ese otro gran definidor de nuestra época, inmersos como estamos en trabajar por un mísero qué digo mísero: misérrimo sueldo. 

El acto de entrega de los Premios ADCV de este 2024 tuvo lugar en el TAMA, un teatro auditorio proyectado por el arquitecto Magín Ruiz de Albornoz: agradable, bien comunicado. Allí, este pasado jueves el presidente de dicha asociación, Ramón Arnau, aludía en su alocución de bienvenida precisamente al estado de cosas que sufre el colectivo de diseñadores; que no es otro que el de la sociedad en su conjunto: precariedad, incertidumbre, cierta ilusión pese a todo ello. 

La gala en sí estuvo bien. Un diez para la organización. Larga, eso sí, como casi siempre. Pudimos ver algunas propuestas interesantes: la colección de sillas Lea de Pérez Ochando para Inclass; las Oficinas Petxina de Cosín Estudio (y barro para casa, lo siento: Carlota Rodríguez Vila tiene y tendrá mi admiración y amor eternos; y el resto del estudio, mi amistad); la de Inma Bermúdez y los suyos, geométrica y colorista, para Roca o el cartel de Dídac Ballester para Polinizados 2022. Hubo más, muchas más, desde luego: las de Ximo Roca, democràcia o Gimeno Gràfic, por citar sólo algunas más.

Oficinas Petxina, diseño de Cosín (Foto: Mayte Piera).

A uno, como parte que fue del Arxiu Valencià del Disseny (fue y no es: el 31 de diciembre pasado, el AVD perdió la ayuda económica que recibía; la misma que nos permitió organizar un congreso internacional, llevar a cabo diversas actividades y poner en marcha una línea de publicaciones; todo en torno al diseño), digo, que a uno le hizo ilusión subir al escenario para recoger el premio honorífico otorgado al que creemos que es uno de los grandes proyectos que se han puesto en marcha en los últimos años.

Lo hicimos, mis compañeros y compañeras y yo, con el convencimiento de que hemos de seguir reivindicando este proyecto que sostienen la Universitat de València y la Escola Superior de Disseny de València en pro de la conservación del patrimonio y la investigación, entre otras cosas.

Sillas Lea, de Pérez Ochando para Inclas

Cartel de Dídac Ballester para Polinizados 2022.

Grifería Nu, de Inma-Bermúdez para Roca.

Un último apunte reivindicativo: tengo para mí que hay una falta de proyectos relacionados con cuestiones urgentísimas como por ejemplo el cambio climático. (Me niego a llamarlo diseño social: las etiquetas son munición para el enemigo). Sé que es algo que no depende solamente del colectivo; es necesario, pues, que tanto administraciones como empresas hagan algo más por desarrollar propuestas, iniciativas, productos, que nos ayuden a rebajar esta angustia vital que nos recorre de arriba abajo. Dicho de otro modo, que espero que la sección llamada “Impacto positivo” de estos premios crezca más y más, cada vez más. (Sí, me declaro seguidor de las propuestas de Makea Tu Vida).

Nos vemos en 2026.

Fotografía: D.R. Foto de apertura: Makea tu vida.
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