7.3.23
Nos acercamos al IVAM con la intención de visitar la muestra de la obra de Asgern Jorn, ínclito representante de CoBrA. Dicha exposición, comisariada por el historiador del arte Ellef Prestsæter, recoge un buen número de pinturas, dibujos, estampas y diversas publicaciones; incluidas, claro está, las que nuestro artista llevó a cabo con Guy Debord en los días de la Internacional Situacionista en el París previo a la insurrección soixante-huitard.
La última sala de la exposición contiene algunas de las mejores obras de Jorn: la pintura que realizó como contestación al presidente norteamericano Dwight Eisenhower (el del abrazo a Franco, ¿recuerdan?), Daneses borrachos muertos, por un lado; por otro, sus monstruos, los que lo emparentan con su amigo Antonio Saura. Ambos, como recuerda este último en uno de sus textos, colaboraron en un par de ocasiones. Una buena continuación a esta embriagadora muestra, se nos ocurre ahora, sería la que recogiera las colaboraciones entre uno y otro, ¿no les parece?
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Miramos hacia el pasado porque el presente pinta mal y del futuro no queremos saber nada. Nos pasa así que tendemos a idealizar ese pasado: a pensar que en aquellos días fuimos más libres y podíamos, por tanto, disfrutar de la vida con una mayor frecuencia.
Yo también me aferro a mi pasado aun sabiendo que ni fuimos más libres ni lo seremos en ese futuro incierto del que intuimos lo peor, guerras y cambio climático incluidos. Hoy me consuelan, por qué no decirlo, las canciones: el northern soul, los discos de Tamla Motown, la bossa nova, los primeros discos de Belle & Sebastian, todo Sinatra, pero también lo último de Benoît Pioulard o Hania Rani para un documental sobre Alberto Giacometti.
Gilles Lipovetsky hablaba en uno de sus libros de la “felicidad paradójica”; es decir, esa felicidad entre culpable y melancólica que tan bien conocemos y que nos acecha por todos los flancos. La misma que nos lleva a repetirnos una y otra vez: “Resistiremos”.