El proyecto arrancaba desde la Conselleria de Medi Ambient, de la Generalitat Valenciana, en los primeros meses de 2001: se trataba de solucionar la disparidad de imágenes que a lo largo de los años presentaban los parques naturales en funcionamiento, que se venían rigiendo según el criterio de cada uno de sus directores hasta el extremo que se emitían publicaciones tan diversas entre sí que repercutía en su general desconocimiento y confusión popular.
Unificando criterios, los parques naturales se ponían en valor y se dotaban de sentido público, pero señalizándolos se podía llegar hasta ellos. Así que inmediatamente después de la realización de la marca se debía acometer su señalización en dos aspectos: en carreteras y poblaciones, por una parte, e indicaciones dentro del parque, para no perderse, añadiendo tanto señales direccionales como informativas, por otra. El encargo recayó en el diseñador gráfico Antonio Solaz.
“Sinceramente, al comienzo no atinamos con el alcance del proyecto, creíamos que no excedería de algo convencional y específico en términos profesionales, a esto estábamos acostumbrados, pues se trataba de dotar de una imagen propia a un proyecto institucional para la creación de los parques naturales en la Comunitat Valenciana. Vamos, un logotipo y su reparto de aplicaciones. Y, posiblemente, no hubiera pasado de este nivel de no ser por la persona encargada de coordinar la comunicación de la institución, dotada de una considerable visión espacial y escenográfica que, posiblemente, le aportaba su profesión de arquitecta, y que nos sorprendió a todos cuantos participamos en el proyecto, pues no era frecuente tratar con un funcionario con la agilidad mental y conocimiento del tema que esta revelaba”, explica Solaz, quien al poco tiempo de realizar este proyecto pasaría a ser el diseñador corporativo de la firma Andreu World, puesto que sigue desempeñando en la actualidad.
“La clave del proyecto derivaba de su inmediata incidencia sobre un territorio, una geografía que cabía delimitar y señalizar como un espacio natural protegido sin que por ello mermara su actividad económica tradicional, pero dando cabida a otras oportunidades sostenibles de sesgo medioambiental”, apunta Solaz.
“Por entonces trabajaba conmigo Xusa Beltrán y coincidía con Toni Galindo en algunos proyectos. Solo éramos tres y se nos venía encima un trabajo magnífico que, seguro, superaba nuestras capacidades tan limitadas. Tomamos la decisión de priorizar la realización de la marca, la forma icónica, y dejar para más tarde la resolución del logotipo ajustando distintas tipografías”, explica.
“Esa tarea inicial me tocaba de lleno y reconozco que me costó – dice Solaz – Por lo general, uno vive sus procesos creativos en soledad y sin expectativas de nadie más, pero, y aunque en silencio, las miradas de mis compañeros de proyecto me inquirían: ¿ya lo tienes?, ¿cómo va? Y claro, en esta fase necesitaba tomar distancia con lo cotidiano y más reciente, eso que llamamos ‘vaciarse para volverse a llenar’. Pero nada, pasaban los días y no me vaciaba, o me vaciaba mal, porque volvían a salir los mismos trazos y formas de siempre”.
“En algún momento me quedé observando una almendra, con y sin cáscara, y de aquí a otras formas almendradas como puntas de lanza paleolíticas. No obstante, la paleta cromática la tenía clara con anterioridad, pues me venía apelando con insistencia el rojo bermellón, el amarillo huevo y el negro a modo de tabique de separación. Pero no salió un pájaro, salió un ‘Bambi’, la cabeza y cuello de un cervatillo”.
“De momento aquello seguía siendo un dibujo estático y caímos en la cuenta de que, mientras vive, un animal se mueve. Así que comencé a garabatear y salieron siete piezas almendradas que una vez recortadas cobraban vida, se movían y, es más, aquello tomaba la forma de un ave, casi mejor pues por aquí abundan más las aves que los ciervos”.
“No dio tiempo de hacer una presentación profesional al uso. La cordinadora de la Conselleria quería ver el trabajo aquella misma mañana. Tan solo podíamos presentarle pequeños bocetos a rotulador y pudo ver los recortables porque se retrasó media hora. ¡Eureka! Nos habían pedido una marca y la nuestra se movía, era una mascota y además tenía bastantes hechuras para serlo: formas redondeadas, en especial su rostro, un gran ojo desproporcionado para su cabeza con la viveza de su brillo. Si bien era un pájaro, mantenía las trazas de un cachorro de mamífero de alguna especie aún por descubrir, con alas y pico de pato al que llamamos “Parapato” por su linaje paranormal”, cuenta Antonio Solaz.
Antonio Solaz está especialmente satisfecho de la convergencia de opinión con la Administración a la hora de elegir los materiales y diseñar las señales: se empleó piedra y acero en planos amplios y limpios con ángulo a escuadra para su sustentación, de forma que la fuerza gráfica conseguida con la marca se enfatizaba con el minimalismo de su soporte.
Por último, había que unificar toda la comunicación gráfica emitida tanto desde la propia Conselleria de Medi Ambient como desde los centros de visitantes, ubicados en los parques, con todo tipo de folletos, mapas y cartelería.
“Siempre aprendes. Especialmente, con este proyecto, aprendimos lo complejo, por extenso y farragoso, que puede llegar a ser un manual de la marca más otro manual específico de señalización de parques y viales externos. Y bueno, hasta entonces no sabíamos nada de parques naturales. Sí, algo aprendimos”, concluye.
