Compartir estudio con un Premio Nacional de Diseño

5 abril 2022

por | 5 abril 2022

La calle Lauria de Valencia es una de esas que, rodeada de la agitación comercial de la contigua calle Colón, intercala edificios de finales del XIX con otros más recientes arrojando una visión ajetreada del día a día en las oficinas de la zona, mayoritariamente pobladas por abogados, notarios, economistas y fondos de inversión.

Un sitio como el edificio Ylario, en la esquina con Colón, levantado por el maestro de obras Lucas García Cardona en 1889, contrasta frente a edificios como el de El Corte Inglés, construido en 1975 por los arquitectos Francesc Bassó Birulés y Javier Feduchi, hijo de Luis M. Feduchi, el artífice del archiconocido edificio Capitol de Madrid coronado por el cinematográfico anuncio de Schweppes en plena Gran Vía. Bassó Birulés y Feduchi levantaron este gran edificio en el corazón financiero de Valencia en un momento en el que no se tenía en cuenta el paisaje de la ciudad ni los inmuebles colindantes a la hora de proyectar. La calle Lauria tiene esa mezcolanza.

En medio de todo este trasiego urbanístico nos paramos frente al número 22, tomamos aire y entramos a una casa de 1890.

Al traspasar la enorme puerta de madera parece que, de verdad, cambiemos de siglo. Atrás quedan los carteles de los cines ABC Park y, en un cambio radical de escenario que dirían en los informativos de televisión, nos recibe un zaguán que aún conserva los adoquines originales de cuando lo construyeron. Un par de sillas de madera y un armario de aire monacal adornan la subida por la magnífica escalera.

Al fondo, un patio con plantas da la luz justa para que la atmósfera sea un tanto irreal. Ni de lejos se oye el claxon que, seguro, está sonando ahí fuera.

En este espléndido edificio tiene su lugar de trabajo el diseñador Vicent Martínez, autor de piezas memorables en el imaginario colectivo como la librería «La literatura» y creativo justamente reconocido con el Premio Nacional de Diseño por su labor, junto a Lola Castelló, en Punt Mobles en los años 80 y 90.

«Llevo aquí desde 2017 más o menos. Cuando dejo Punt Mobles y me planteo ejercer de nuevo de forma independiente me instalo, al principio, en el estudio de casa. Coincidió que, por esa época, Pablo Gironés, ex director de arte de Punt Mobles, con quien compartía algunos clientes, también estaba buscando un estudio, así que empezamos a buscar juntos. Nos venía bien que fuera por el centro por lo de la calidad de vida y la ciudad de los 15 minutos», explica Vicent Martínez. Obligarse a salir de casa, caminar un rato y cambiar de ambiente fueron factores decisivos para elegir este lugar.

«Encontramos esto y nos instalamos, Gironés con su agencia de dirección creativa y marketing, y yo con mi estudio de diseño. Con la llegada de la pandemia y otras circunstancias que les requerían disponer de un sitio en solitario, Pablo Gironés se marcha. En ese momento yo decido seguir aquí y me planteo compartir de nuevo. Había conocido tiempo atrás, a través de una entrevista, al diseñador Ramón Arnau y se me ocurrió lanzarle la propuesta a él y a su socia en el estudio, Mariola Reyna. Aceptaron y se vinieron. Recientemente, como había espacio disponible, en diciembre de 2021 se incorporaba Marina Victoria, que es arquitecta», explica. De ahí, a compartir estudio con un Premio Nacional de Diseño.

El diseñador Vicent Martínez en su estudio.

La Literatura, la librería diseñada por Martínez, situada, como declaración de intenciones, a la entrada de su estudio.

Las ventajas de este lugar de trabajo son muchas, «la ubicación, la luminosidad, la calidad histórica del edificio … estás trabajando con el Nolla en los pies, con este volumen espacial, este techo. Es un ambiente apacible y acogedor». «Me viene bien cambiar de espacio y no trabajar donde vivo, además, compartir el espacio entre veteranos y jóvenes es enriquecedor, muy agradable. Es un aliciente más. Yo no me imaginaba acabar en un sitio así, pensaba en algo más convencional, un bajo o algo así … pero estoy muy contento con esta situación».

Su salto profesional desde Punt Mobles al estudio independiente coincidió con este escenario, «necesitaba un cambio, personalmente, y el tránsito profesional ha sido más fácil desde un lugar como este».

Compartir estudio con un Premio Nacional de Diseño

 

El artesonado del techo, de 1890, preside la sala más señorial del estudio.

Bocetos de diseño de piezas de Vicent Martínez en su época de Punt Mobles.

Mariola Reyna y Ramón Arnau.

Por su parte, el estudio Arnau-Reyna, compuesto por Ramón Arnau y Mariola Reyna, quienes se conocieron en las aulas de Arquitectura y continuaron juntos estudiando Diseño Industrial, ha tomado posesión de la sala con el suelo más bonito de toda la planta. Llevan instalados en este coworking de lujo desde noviembre de 2020, compartiendo visiones sobre el trabajo con su experimentado colega de despacho, conscientes de su suerte, «no todo el mundo puede compartir espacio con un Premio Nacional», apuntan.

A esta convivencia laboral le ven «cero inconvenientes, solo ventajas. Nos llevamos muy bien, su visión nos enriquece mucho, comentamos los trabajos de todos y opinamos».

«Este es un sitio inspirador, cuando Vicent nos propuso compartir estudio pensamos directamente que sí, sin ni siquiera ver el sitio (risas) pero cuando después lo vimos, nos encantó … es un entorno de trabajo muy agradable. No te esperas esto en esta ubicación», apuntan.

El estudio, en el segundo piso, recibe al visitante con un magnífico ejemplar de La Literatura y con una pared con bocetos de piezas célebres de Vicent Martínez enmarcadas. La sala donde trabaja el sector junior cuenta, también, con algunos de sus propios diseños. En su empeño por crear futuros iconos pueden apuntarse el tanto de su lámpara Coco, de la firma Almerich, que posa a un lado del aparador, detrás de sus diseñadores. Rodearse de todo esto les recuerda, por si acaso, que se dedican cada día a crear artilugios maravillosos. Eso sí, con el lujo de compartir estudio con un Premio Nacional de Diseño.

A la izquierda, la arquitecta Marina Victoria, recién llegada a este espacio.

Vicent Martínez ultima, estos días, su inminente exposición en el Palacio del Marqués de Dos Aguas, sede del Museo de Cerámica González Martí, un trabajo que le ha tenido muy ocupado en los últimos siete meses y que tiene su eje en el abanico.

Esta pieza es fundamental en la historia familiar del diseñador, quien estaba abocado a continuar con la tradicional profesión de su padre y de su abuelo, maestros artesanos pintores de abanicos, hasta que otra concepción del diseño se cruzó en su camino a los 16 años.

Tras estudiar en la Escuela de Artes y Oficios y dar sus primeros pasos en la profesión empezó a diseñar ese mobiliario que no había forma de encontrar en la España de los 70 y 80. Creó Punt Mobles, materializó, junto a Lola Castelló, diseños increíbles en la vanguardia de la creación de producto en un momento en el que este país se despertaba del atraso franquista y estaba todo por hacer, encabezaron el despegue del diseño como tal durante las siguientes dos décadas y, como colofón, llegó el Premio Nacional en 1997. El resto es historia.

El 21 de abril abrirá al público esta exposición colectiva, comisariada por él y organizada por la Capitalidad, sobre la alianza del diseño y la artesanía a partir de una de las piezas valencianas de referencia.

“Diseñar el aire” demostrará cómo puede enriquecerse la cultura del mundo del abanico y repasará su historia a través de un recorrido que va de la tradición a la contemporaneidad con la participación de veinte profesionales del diseño de diferentes partes del mundo que han reinventado este objeto en formas, texturas y tecnología.

Mientras, en el estudio de la calle Lauria, seguirán los intercambios de impresiones intergeneracionales sobre el diseño de cada día en ese edificio que parece parado en el tiempo.

Fotografía: Eduardo Manzana.

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