«Muchas veces aquello que tenemos más cerca llega a ser lo más desconocido para nosotros». Con esta frase comenzaba el libro del arquitecto José Fernández-Llebrez Muñoz, editado por Arquia, donde se estudiaba, por primera vez de forma coral, la arquitectura moderna de 14 profesionales valencianos cuyo relato define, en gran parte, la fisonomía de nuestras ciudades.
La exposición “25 Años de Arquitectura Moderna en Valencia (1950-1975)”, que se puede ver en Fundación La Posta, se fija también en la obra de algunos de esos arquitectos modernos y plantea una reflexión sobre los distintos modos de concebir el urbanismo de la ciudad a través de los principales proyectos de aquellos años. Proyectos que sirven para comprender los cambios en materia de vivienda producidos en Valencia.
Comisariada por el historiador Alejandro Chust, la muestra incluye alrededor de 4 ó 5 fotografías por cada uno de los veinticinco edificios que forman la exposición. «Es decir, hay alrededor de 100 fotografías distribuidas por la sala, además de paneles explicativos donde se abordan las corrientes arquitectónicas, el urbanismo, los Planes Generales o las leyes. La muestra se divide en cinco secciones y, en función de la temática, se distribuyen los edificios por la sala, a modo de muros de investigación, para contextualizar», explica Chust.
Según el historiador, «son muchos los edificios con interés en la ciudad de Valencia que no disponen de un adecuado estudio. De igual modo ocurre con un gran número de arquitectos, con obra de gran trascendencia en esos años, que no tienen una monografía propia».
La Segunda República supuso un gran impulso hacia la consecución de la modernidad arquitectónica y urbanística del país, condicionada por las nuevas técnicas constructivas y las nuevas necesidades sociales. «El final de la Guerra Civil trajo la eliminación de todo resquicio de modernidad en la arquitectura. La década de los cuarenta estuvo determinada por el aislamiento político y la autarquía económica del régimen franquista. Estos factores provocaron un parón en la actividad productiva española y la escasez de los bienes de consumo», explica Chust.
En la década de los cincuenta el historicismo de signo ecléctico evoluciona hacia un estilo más moderno, coincidiendo con el fin de la autarquía y la apertura al exterior. También se produce una vuelta al estilo racionalista por parte de algunos arquitectos. «Las razones que explican esta apertura tienen su origen en la débil situación de la economía nacional, forzada a solicitar créditos bancarios internacionales y a liberalizar las importaciones», apunta.
La vivienda social
La muestra se detiene, con atención, en la instrumentalización propagandística que el franquismo hizo de la vivienda «para construir el ideario de comunidad nacional entre los españoles». Esta política dejará su huella en el contexto social y desarrollista de las ciudades, provocando una serie de consecuencias sobre el paisaje urbano.
Entre los factores que determinan esta rápida implementación de la vivienda social en España se encuentra el salto definitivo del campo a la ciudad por parte de miles de personas en un transcurso progresivo y constante, la concepción de la ciudad como macrourbe o las diferentes políticas públicas.
A este respecto es necesario destacar, por interesante, el libro «Renta Limitada», sobre las viviendas baratas construidas en la Valencia de posguerra entre 1939 y 1964, con textos de profesionales como Tito Llopis, Fernando Gaia, Pérez Igualada y Josep Sorribes, y con fotografías de José María Azkárraga y Juan Peiró. En él se explica que, con el tiempo, muchos de aquellos bloques se convirtieron en reductos marginales. Lo que iba a ser la solución al «problema de la vivienda», y una respuesta digna para las viviendas obreras, resultó un fracaso a nivel social.
«Pese a la mala calidad de los materiales y la omnipresencia de un claro espíritu paternalista- explica Josep Sorribes en «Renta Limitada» – estos grupos de viviendas contienen elementos tipológicos de gran interés (manzana cerrada, patio central, escala adecuada…) que responden a esquemas conceptuales heredados del racionalismo de los años 30 (y también de Cerdá) que hacen que estos grupos constituyan un hito digno de estudio en la historia de la arquitectura contemporánea valenciana y española».
El comisario de la muestra alude a algunos precedentes de vivienda social que pueden encontrarse en algunos países europeos como Países Bajos, Alemania o Austria. Los ejemplos paradigmáticos de las höfe presentes en Viena, las hofjes de Ámsterdam o el complejo Fuggerei de Augsburgo como inspiración, más o menos lejana, de estas construcciones.
“25 Años de Arquitectura Moderna en Valencia (1950-1975)” convierte, al visitante, en testigo del conjunto de cambios transformadores producidos en la sociedad moderna de ese cuarto de siglo. Trata de sintetizar la arquitectura de ese momento, en su diversidad de estilos, funciones y procedimientos constructivos, a través de algunos ejemplos arquitectónicos o grupos de viviendas relevantes, tanto de promoción pública como privada.
«Lo que destacaría como comisario de la exposición es la inmensa labor de investigación o catalogación que queda aún por hacer en el campo de la arquitectura moderna, en todos los ámbitos. Además de su reconocimiento y puesta en valor», concluye Chust.
25 Años de Arquitectura Moderna en Valencia (1950-1975). Fundación La Posta (Pintor Fillol, 2. Valencia), desde el 20 de enero hasta el 11 de febrero.