Xavier Mariscal empezó a visitar Jávea en los años 60 con su inseparable amigo el cineasta Carlos Pastor, Sefer (pastor, en alemán, como le llamaban sus íntimos), y los familiares de este, quienes tenían una casa en el pinar cerca del Puerto. Tras sus avatares ibicencos, años más tarde, el futuro Premio Nacional de Diseño (lo ganó en 1999), volvería a veranear en La Plana, en la parte mágica que conduce al Faro del Cabo de San Antonio, en la casa de un americano.
«Toda la zona me encanta. Dénia, Jávea, Jesús Pobre, La Xara … viví las noches en La Hacienda, cuando empezaron los mercadillos de Jesús Pobre en el Riurau, también cuando el ferry a Formentera arrancaba…», explicaba el propio Mariscal. Todo ese amor por el paisaje y por el veraneo más deliciosamente indolente se plasma en una exposición con ilustraciones suyas de diferentes lugares mediterráneos con los que siempre ha tenido un vínculo sentimental. Los dibujos se exponen en el Club Náutico de Jávea hasta final de mes.
«Siempre me gustó mucho la riqueza del paisaje, las buganvillas, los naranjos, los pinos y el Montgó siempre presente, con esa fuerza que tiene. Cuando vienes por la autopista ves el Montgó, después de Cullera, que estos de VOX le llamarían ‘cuchara’, menos mal que no lo han tocado, y luego la playa de Gandia, qué maravilla, a ver quién hace el apartamento más alto. Y bueno, luego ya el Montgó, con millones de casas construidas pero ahí sigue, fuerte y potente, con la nube en lo alto cómo diciendo, ‘igual el año que viene vendrán lluvias, no os preocupéis’. Jávea es el sitio donde yo me desvirgué y fue muy bonito», ironizó Mariscal, entre las risas de un público bastante entregado, en la presentación de la muestra.
La idea de acoger esta exposición con el trabajo de Mariscal fue de Andrés Goerlich, amigo del artista y presidente de la Fundación Goerlich, a cuya colección pertenecen los fondos que se exponen en el Club Náutico de Jávea. «Las ilustraciones de estos lugares tan cercanos para nosotros invitan, además, a la reflexión y a valorar nuestro patrimonio, nuestros paisajes y nuestras arquitecturas. No solo de Jávea, también de Dénia, Formentera y otros lugares queridos», apuntaba Goerlich, contento con la acogida de la muestra.
Mariscal, por su parte, confirmó su enorme poder de convocatoria, su habilidad plasmando la mediterraneidad y lo que gustan sus ilustraciones, lleves un Rolex en la muñeca o seas un hippie irredento, que de ambos había entre el público. También hubo hasta dos diseñadores con Premio Nacional, Vicent Martínez y Pepe Gimeno, que aprovecharon la ocasión para saludar a Mariscal y disfrutar de su trabajo.
Pocos como el artista han sabido poner la ilustración en las casas de la gente y, a la vez, colar su libérrima forma de ver la realidad, los paisajes, los edificios y los veraneos con tanto color, tanta alegría y tanto desparpajo.