Una lavandería era, en nuestro imaginario hasta hace pocos años, un lugar sobre todo cinematográfico, donde ver a Daniel Day Lewis a las órdenes de Stephen Frears en el Londres de los 80 o donde Isabel Coixet situaba una escena de «Mi vida sin mí» en la que Mark Ruffalo contempla cómo duerme la protagonista, de la que se está enamorando perdidamente.

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