Todo aquel que haya paseado por las calles del Centro Histórico y del Ensanche de Valencia ha tenido que ver alguno de los peculiares edificios que proyectó Cortina (1868-1950), ya que, desde su «modernismo fantástico», fue colocando dragones dispersos por la ciudad.
Una exposición en el Museo de Cerámica González Martí, que puede verse hasta mitad del mes de abril, rescata al arquitecto Cortina y muestra la faceta de su producción que lo vincula a los pavimentos de Nolla.