Renau y su grito en la pared

28 abril 2022

por | 28 abril 2022

«Renau es poliédrico y trabajó muchas facetas en sus diferentes etapas vitales. Cada nueva generación debería revisitar la obra de Josep Renau, tendría que ser una obligación cívica», opina Enric Olivares, comisario de la exposición Josep Renau i el temps de les imatges, que se puede ver hasta el 10 de julio en el Palau dels Scala, el edificio central de la Diputació de València. Es Renau y su grito en la pared.

La producción de Josep Renau (Valencia, 1907-Berlín, 1982), repleta de elementos y técnicas innovadoras como el aerógrafo o el fotomontaje, «está marcada por la concepción de un arte público y profundamente social», dice Olivares. Así se refleja en el catálogo que acompaña a la muestra, diseñado por Ibán Ramón, donde la imagen es vertebradora de cualquier tipo de discurso, bien sea festivo, político o cinematográfico.

La muestra, con 70 carteles, se divide en tres partes: las imágenes de promoción turística de la Valencia de los años 20 y 30; los carteles políticos y bélicos realizados durante la Segunda República; y los encargos de productoras cinematográficas con los que el artista pudo ganarse la vida durante la Guerra y especialmente en su exilio mexicano.

La retórica visual de los carteles políticos y bélicos es una de las grandes aportaciones de este icono del cartelismo republicano y uno de los principales animadores del panorama cultural valenciano y español. Renau se acercó primero a las ideas anarquistas y se amparó, después, en el marxismo, forjando su compromiso republicano y difundiéndolo «a través de una imagen impactante, atractiva, concisa y legible, apelando más a la emotividad que a la racionalidad», apunta el comisario de la muestra.

Complementando a la exposición, se ha celebrado una mesa redonda, en el edificio Veles e Vents, moderada por la crítica de arte Marisol Salanova donde, además de Enric Olivares e Ibán Ramón, ha intervenido el profesor José María Azkárraga, gran especialista en la Valencia republicana.

Azkárraga ha recordado que Renau apostaba por la función social del arte y del cartel. «Durante su etapa como director general de Bellas Artes su producción artística se redujo pero nunca desapareció. Suya fue la labor de sacar las obras de arte del Museo del Prado y trasladarlas a Valencia, entonces Capital de la República, para protegerlas de los bombardeos del bando nacional sobre Madrid». 

Mesa redonda sobre Renau, con Marisol Salanova, Ibán Ramón, Enric Olivares y José María Azcárraga.

«Renau quería un arte que saliera a la calle, que la gente lo viera. Él había visitado de niño algún museo con su padre y le gustaban, pero se dio cuenta de que no había gente. Él lo que quería era llegar a la gente«, ha apuntado el comisario.

Azkárraga ha recordado que la actividad muralista de Renau tuvo su eclosión en la época del exilio, por eso en Valencia no se conservan ejemplos, porque apenas hizo. Había un mural que apareció en el techo de un edificio de la calle Caballeros, junto al Teatro Talía, y otro, ha apuntado Olivares, por la zona del Puerto, que no se conserva. Su actividad muralista se desarrolló, fundamentalmente, fuera de España, en sus años de México y de Berlín.

«La obra de Renau tiene un activismo social y político constante, muy avanzado en su tiempo. Lo suyo fue un grito en la pared. Si viviera hoy, sería un joven grafitero», ha apuntado Olivares. «La presencia de Renau en la etapa republicana era constante, su visibilidad era total, tanto como lo fue luego su invisibilidad durante la dictadura de Franco», ha indicado el profesor.

Ibán Ramón ha apuntado que «la industria cartelística era más potente en el bando republicano, Valencia y Barcelona, que eran las ciudades con más dibujantes y más imprentas, estaban en la parte republicana. En el bando nacional hubo un poco menos de calidad pero sobre todo hubo menos diversidad». «Con el franquismo todo lo vinculado a Renau se sepulta, desaparece, hasta que vuelve a despertar interés en los años ochenta», ha explicado Azkárraga.

En 1936, Renau convirtió en icono la imagen de un campesino que sujeta en su mano diestra un fusil con bayoneta, en el que se enrosca una amenazadora serpiente, mientras porta una hoz en la mano izquierda. La obra simboliza la etapa en la que Renau utilizaba una imagen realista para apelar a la movilización patriótica, la defensa del gobierno elegido por el pueblo y la lucha contra el quintacolumnismo.

El recorrido de la exposición por la obra de Renau concluye con su exilio mexicano tras la derrota de los republicanos en la Guerra. La marcha a México, un país que no conocía y en el que vivió durante casi dos décadas, le obligó a ceder al carácter comercial de estos encargos cinematográficos, pese a conservar la capacidad para transmitir mensajes claros y efectivos.

Josep Renau, cartel de «La culta dama», 1956.

La muestra, incluida en el programa de Valencia Capital Mundial del Diseño, puede visitarse en la sede central de la Diputació hasta el próximo 10 de julio, los sábados y domingos de 10 a 14 y de 16 a 20 horas, con acceso gratuito. También hay visitas guiadas los fines de semana y una actividad especial para grupos bajo reserva.

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