Burjassot-Godella

9 diciembre 2021

por | 9 diciembre 2021

Vicente Pla Vivas ha llevado a cabo una lectura novedosa de la obra pictórica de Ignacio Pinazo. La muestra, titulada Pinazo en el espacio público (IVAM), tiene como objeto precisamente el estudio de la representación de escenas en espacios exteriores. 

Su análisis nos trae a un Pinazo que se abre a este espacio exterior poco a poco, primero de forma temerosa, más tarde ocupándolo de un modo que podríamos calificar incluso de dichoso. Para explicarlo, Pla Vivas recurre, como es natural, al contexto: de este modo pone de relieve los episodios de cólera sufridos por la población durante la década de 1880 a través de ciertos documentos de la época. Una contextualización que aparece a lo largo y ancho de la muestra y que lleva a cabo por medio de los primeros cortometrajes de Ángel García Cardona, la prensa ilustrada o algunas de las primeras imágenes fotográficas tomadas en territorio valenciano. Otro recurso empleado que ayuda a esta lectura, y no poco, es el diseño de la propia muestra llevado a cabo por Vicent Martínez: un recorrido bien estructurado y claro, a la manera de una secuencia cinematográfica, así como diversos elementos clave (una vitrina diseñada exprofeso para la ocasión, v.g.) facilitan dicha lectura.

De este modo, podemos llegar a entender mejor la apertura gradual del pintor hacia ese mundo luminoso, ebrio de acción, a la que nos referíamos. Desde Godella, la población de L’Horta Nord en la que adquirió una casa, Pinazo se desplazó por la huerta y las localidades adyacentes. Durante estas salidas al exterior (no sólo a la huerta, también a la ciudad o la playa) tomó apuntes de escenas de todo tipo que más tarde darían de sí obras de muy diversa factura, como esas pequeñas tablas —maravillosas— en las que apenas quedan esbozados los trazos esenciales de una representación.

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El escritor Pío Baroja cuenta en uno de los tomos que componen sus memorias (Desde la última vuelta del camino) cuándo y en qué circunstancias su familia marchó a vivir a Burjassot. Fue durante un breve periodo de tiempo mediada la década de 1890 y como consecuencia de una desgracia: Darío, hermano de Ricardo, Pío y Carmen, acababa de morir de tuberculosis. 

En estas páginas, el autor de El árbol de la ciencia se refiere a sus encuentros con personas de la localidad, pero no da cuenta ni de Ignacio Pinazo, que ya frecuentaba Godella, ni de su pintura. La relación de Baroja con los pintores no fue especialmente fluida. Sabemos que hizo migas con el compositor valenciano Eduardo Ranch, pero ni Valencia ni sus alrededores tocaron su fibra sensible. Todo lo contrario que a Valéry Larbaud, quien pasó unos meses en Valencia entre 1905 y 1906, y volvió una década después, esta vez a Alicante, para vivir unos años de dicha plena y descanso, según se desprende de la lectura de sus diarios. 

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La muestra de Pinazo a la que aludíamos al principio abre otras posibles cuestiones de interés. El de la progresiva desaparición de la huerta es una de ellas. En uno de los mapas que cuelgan de la Sala de la Muralla se puede comprobar cómo el área de huerta, en tiempos cotizadísima debido a su alto rendimiento, ha ido decreciendo debido a la expansión de Valencia y su área metropolitana. No es la única cuestión de interés, como tendrán ocasión de comprobar.

 Imagen: «Antes de la mascletá», de Ignacio Pinazo. IVAM Institut Valencià d’Art Modern, Generalitat Valenciana.
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