Con el telón de fondo del documental «AALTO», recientemente proyectado por Vitra en el mediterráneo «Ágora» de Miguel Arraiz —espacio efímero construido en la Plaza del Ayuntamiento de València, ciudad anfitriona de la World Design Capital 2022—, queríamos dedicar nuestro espacio en Flat Magazine a Aino Marsio, arquitecta y diseñadora finesa indispensable y pionera en los albores del siglo XX, en innumerables ocasiones invisibilizada, a pesar de su icónico legado, opacado por la fama mundial de su compañero Alvar Aalto.
Aino Marsio Aalto nació hacia finales del siglo XIX en Helsinki, cuando Finlandia era todavía un ducado dependiente de los zares rusos. Se formó en la actual Universidad Politécnica de Helsinki y pronto se incorporó al despacho del afamado arquitecto moderno Alvar Aalto —que ofrecía una vacante en su estudio—, con quien acabaría casándose en 1924.
Así, se inició una fructífera relación afectiva y profesional, de la que consta una interesante correspondencia, que tendría como punto de partida una luna de miel recorriendo Italia, cuya influencia quedaría registrada para siempre en su obra como un referente tanto para sus intervenciones urbanas como arquitectónicas.
La alargada sombra de Alvar se extiende ya desde 1926, momento en que se construyó la «Villa Flora» —una casa de verano en Alajärvi, Finlandia— siguiendo los planos de la propia Aino, reconocimiento no siempre atribuido a la arquitecta.
En 1930, Aino desarrolla una primera apuesta personal ganadora: la distribución de la «Cocina Mínima». Más allá de los tintes patriarcales que pudieran sobrevolar esta cuestión, es posible leerlo como un intento emancipador en el contexto de la mujer de principios de siglo. Compacta, cómoda y funcional, supuso una aportación importante en el marco del racionalismo. Nuestras cocinas de hoy son herederas de éstas, junto a la “cocina de Frankfurt”, también propuesta por una mujer: Margarete Schütte-Lihotzky (Austria, 1897-2000).
Sobre esta revolución en la organización de la cocina, Aino Aalto afirmó lo siguiente: «Me refiero a la transformación total del papel que desempeña la mujer en la actualidad. La independización de una posición sumisa supone exigencias absolutamente nuevas en las viviendas». De algún modo, elegir cómo debía organizarse la cocina, puede interpretarse como un ejercicio de autonomía en el contexto de un espacio convencionalmente atribuido a las mujeres para, al menos, «hacerlo propio».
Además, debido a que el trabajo de gran parte de las mujeres arquitectas se centraba en aspectos domésticos, interiorismo, artes decorativas o diseño textil — tradicionalmente consideradas disciplinas menores—, esta labor esencial ha pasado injustamente a la historia como accesoria, con la consiguiente invisibilización.
En 1935, Aino Marsio funda «Artek» junto con Alvar, una firma de diseño de mobiliario que removería los cimientos del mundo moderno, de la cual Aino fue responsable artística —se encargaba de realizar los catálogos o de diseñar los tejidos— y, finalmente, también Directora General desde 1941 hasta su fallecimiento en 1949.
De la década de los 30 es también la obra más icónica de la pareja profesional: la popular «Villa Mairea», una vivienda diseñada para la coleccionista de arte y pintora Maire Ahlström y el empresario maderero Harry Gullichsen, cuya arquitectura interior comandó demostrando destreza y atino la propia Aino.
Su labor profesional como diseñadora siguió igualmente la estela del movimiento moderno: líneas sencillas y geometrías claras sin grandes alardes estéticos, primando la utilidad y demostrando un gusto exquisito por el trato de los materiales.
Aino demostró un alto grado de compromiso social, además de un ingenio e ideas convencidas. En 1932 diseñó la famosa «cristalería Bölgeblick», que acercaba el diseño refinado y meditado a la cotidianidad del hogar para dignificar un instante tan mundano como sentarse en la mesa a comer. Este hito del diseño le valió para recibir la medalla de oro en la VI Trienal de Milán de 1936.
No fue hasta 2004, medio siglo después de dejarnos, que se hizo la primera exposición dedicada exclusivamente a Aino en el Museo Alvar Aalto, así como la redacción de un catálogo de sus piezas. Aino Marsio fue una referente que la historia ha mantenido en segunda fila, contenida, y que, dicho sea de paso, hemos tratado de poner en valor inspirando una de las piezas de artesanía de nuestro atelier. Nunca parece suficiente para despertar la mirada sobre estas profesionales ensombrecidas.