Construida por el arquitecto Enrique Viedma en 1933, La Finca Roja es un conjunto emblemático de viviendas con identidad de colmena que toma el lenguaje del expresionismo holandés y lo sitúa en una zona del segundo ensanche valenciano. Este edificio supuso una solución novedosa en la ciudad en ese momento: era estructuralmente avanzado, funcionalmente racional y formalmente internacional.
Para Viedma representaba una ciudad ‘más humana’ (con zonas verdes, vida social comunitaria, comercio local en sus bajos …), era la modernidad y la vanguardia unidas en un edificio, con tintes utópicos, que ha terminado siendo uno de los símbolos arquitectónicos de la ciudad.
La llamativa utilización de la cerámica verde y las singulares torres circulares que enmarcan los chaflanes, así como los miradores poligonales, configuran la fachada de un edificio que intentó conseguir un nuevo modelo de vivienda para la clase media-baja.
Fruto de la Ley de Casas Baratas de 1925, la Finca Roja resolvía problemas de salubridad, de acceso a la vivienda y de un habitar digno para un sector de la población que, de otra forma, no hubiera tenido acceso a casas más propias de la burguesía.
El diseñador Francésc Rifé ha intervenido, por segunda vez, una vivienda en este edificio tan especial.
En esta ocasión, cómo se ha pensado este apartamento tiene mucho que ver con las nuevas formas de vivir en las ciudades modernas. Proyectado para una familia con tres hijos pequeños, Rifé aprovecha al máximo la escala reducida del lugar para crear un interior muy flexible y con cerramientos textiles.
Aunque la elección del textil tiene más que ver con el proceso de simplificación y reducción de los costes de obra, «lo cierto es que también se trata de un recurso práctico y confortable que permite transformar fácilmente el espacio. Las cortinas, en color natural, visten el largo y ancho de la vivienda, mientras que sus pocas aberturas descubren (u ocultan) estancias inesperadas: desde un pequeño patio exterior, envuelto en un tejido impermeable y cubierto en gravilla gris antracita, hasta dos zonas de tatamis como referencia directa a la arquitectura residencial japonesa», explican desde el estudio.
«Precisamente por su versatilidad, la idea de usar tatamis permite tanto colocar encima los tradicionales futones (colchonetas de algodón que sirven como asiento o cama típica de Japón) y así funcionar como habitaciones para el descanso de los hijos e invitados, como plegarlos y almacenarlos para convertir estas dos ‘habitaciones’ en espacios polivalentes o de juegos».
La carga histórica de la Finca Roja se revela en la planta abierta del comedor, cocina y sala de estar con un entramado de azulejos hidráulicos valencianos, recuperados de distintas zonas de la casa, que visten una parte del suelo.
Para el resto del pavimento se ha utilizado microcemento con el fin de neutralizar el ambiente y hacer que destaque la composición. Del mismo modo, se ha restaurado una parte de la chimenea original y pintado el resto en el mismo color gris neutro de las paredes.
El mobiliario integrado y fabricado a medida es otra de las huellas que busca dejar el estudio. Una mesa de madera de chopo teñida en negro se enfrenta a una segunda que se despliega y pliega según las necesidades del espacio. Ambas bien pueden funcionar como mesas de trabajo o de comedor.
La misma madera define una parte de la cocina, las zonas de almacenaje, baños y la habitación principal. Para esta última, se ha escogido un original diseño de cama de cartón, fácil de doblar en el caso de que se quiera utilizar el espacio de otra manera. Un gesto más para un proyecto en constante transformación.
Francesc Rifé en València
¿Cómo es intervenir (por segunda vez, que sepamos) una vivienda en un edificio tan especial como es La Finca Roja?
Efectivamente, hemos tenido la suerte de intervenir por segunda vez en uno de los edificios, para mí, más especiales de València. Como en el primer proyecto, trabajar con la carga histórica del lugar era la prioridad, el principal problema fue que esta vivienda no había llevado tan bien el paso del tiempo como la otra y las actuaciones previas le habían arrebatado gran parte de sus recuerdos. Tan solo pudimos recuperar azulejos hidráulicos valencianos de distintas zonas de la casa y, eso sí, hicimos todo lo posible para ponerlos en valor a través de un diseño muy neutro.
¿Trabajar en esta ciudad tiene alguna particularidad?
València me ha dado algunos de mis mejores proyectos personales y profesionales. Me gusta, siempre que puedo, trabajar con materiales locales y capturar a través de ellos el sentimiento valenciano, que claro que existe. La cerámica, por ejemplo, tiene fuertes connotaciones del lugar, aunque hay que mesurar bien su uso. Cualquier ingrediente demasiado especial puede llegar a comprometer un proyecto.
Un paseo arquitectónico ideal por Valencia sería …
Sería una ruta ecléctica, empezando por el Mercado Central, por todos sus signos y símbolos valencianos, el barrio del Carmen, el cauce del río Turia, el edificio residencial Espai Verd en Benimaclet me fascina, la huerta de València, un patrimonio paisajístico y agrícola único, y acabaría en el barrio del Cabañal paseando entre fachadas de azulejos con encanto, que tanto me recuerdan a Oporto. Otro edificio imperdible en este barrio es el Teatre El Musical, obra impecable del arquitecto Eduardo de Miguel.
Interiorista y diseñador industrial, Francesc Rifé (Sant Sadurní d’Anoia, 1969) funda su estudio en Barcelona en 1994. Influenciado por el minimalismo y marcado por una historia familiar ligada a la artesanía, articula toda su obra en torno al orden espacial y a la proporción geométrica. El trabajo de su estudio incluye proyectos de interiorismo, diseño industrial, arquitectura, creación de conceptos, instalaciones, grafismo y dirección artística.
Con un estilo funcionalista y minucioso, las formas y composiciones simples caracterizan su obra. Entre sus proyectos destaca el Caro Hotel de Valencia (2010) o restaurantes con estrella Michelin como el emblemático Can Fabes (2003) y los diseñados para el chef Ricard Camarena (2010-2022). En la actualidad trabaja junto a su equipo en el desarrollo de un hotel en Monterrey, México, la rehabilitación del Castell de Raymat, los interiores del nuevo showroom y las oficinas de Andreu World y del estadio Santiago Bernabéu, entre otros.