Ni la cola para entrar en el auditorio, muy larga, ni la edad de los que la formaban, jóvenes universitarios en su mayoría, hacían sospechar que tanta expectación fuera para asistir a una conferencia enmarcada en un certamen expositivo del sector cerámico, equipamiento para baño y piedra natural. Pero la realidad es que la gente acudía, en plan fan, al Foro de Arquitectura, una de las citas de referencia en la ciudad, que esta edición, como premio pospandemia, convocaba a tres grandes arquitectos: David Chipperfield, Anne Lacaton y Francis Kéré. Más de 700 personas, entre arquitectos, diseñadores y muchos estudiantes, han llenado, literalmente, el auditorio del Centro de Eventos de Feria Valencia.
El primero en salir a escena ha sido el británico David Chipperfield. «No voy a hablar de un edificio mío, sino de Mies». Empezamos bien, acudiendo a los clásicos. El creador del edificio Veles e Vents, en La Marina de Valencia, ha hablado sobre la renovación de la Neue Nationalgalerie de Berlín, uno de los iconos de la arquitectura del siglo XX y el único edificio que el arquitecto Mies van der Rohe realizó en Europa después de su emigración a los Estados Unidos.
Chipperfield ha explicado los retos de esta renovación que, tras 50 años en pie, necesitaba ser afrontada de forma cuidadosa y, lo que es más importante, sostenible, teniendo en cuenta, además que el edificio está catalogado como monumento. “Debía conservarse sin comprometer visualmente su apariencia”, ha explicado el arquitecto, que ha añadido que esta remodelación no supone una reinterpretación del edificio, sino una “reparación respetuosa”.
Chipperfield ha desgranado la complejidad del trabajo en varias vertientes. Era un trabajo técnicamente difícil, también desde el punto de vista museológico, pero lo más complicado fueron las altísimas expectativas que había sobre él, ha explicado. Tanto por parte de la población hacia un edificio muy querido, como de los políticos: cada decisión debía ser aprobada y el procedimiento, muy burocrático, requería mucha comunicación y participación. El arquitecto ha hecho hincapié en la importancia de la comunicación, tanto entre el equipo del proyecto como con el cliente así como con la opinión pública. Mediáticamente, el trabajo fue un proceso delicado con alta respuesta popular.
Con el lema «reparar es mejor que restaurar y restaurar es mejor que reconstruir», Chipperfield basó la clave del complejo proceso de organización de este proyecto en encontrar un equilibrio adecuado entre la conservación patrimonial y el uso del edificio como museo moderno.
«Desmantelar un edificio de tan indiscutible autoridad ha sido una experiencia extraña pero un privilegio. La Neue Nationalgalerie es una piedra de toque para mí y para muchos otros arquitectos. Ver detrás de su exterior ha revelado tanto su genio como sus defectos, pero en general solo ha profundizado mi admiración por la visión de Mies. Nuestro trabajo fue de naturaleza quirúrgica, abordando cuestiones técnicas para proteger esta visión. Llevar a cabo una tarea de este tipo en un edificio que no deja lugar para esconderse es abrumador, pero esperamos haber devuelto la vida a este querido paciente aparentemente intacto, excepto porque funciona mejor», explicó.
Tras él, la renombrada arquitecta francesa Anne Lacaton, que no ha podido estar presencialmente en Valencia y ha intervenido por videoconferencia, ha enfocado su ponencia en la transformación de viviendas en el Grand Parc, en Burdeos (Francia), un proyecto realizado en la década de los 60 que respondía a la creciente demanda de alojamiento tras la II Guerra Mundial. Lacaton tuvo que enfrentarse a un ambicioso plan de reforma de 530 casas de las 4.000 que había en la zona.
El objetivo era hacerle frente al problema opuesto: la despoblación de ese barrio. Lacaton ha explicado cómo trabajaron en ese proyecto dedicados a vivienda social.
En primer lugar, mantuvieron la estructura original de los inmuebles. “Queríamos conservar todo lo que se pudiera aprovechar para que la transformación fuera lo más sostenible posible”, ha explicado. «Una de las patas de este proyecto fue dotar a cada vivienda con una zona exterior de carácter privado y orientada al Sur. La disposición de estos jardines de invierno repercute, además, en el comportamiento térmico de la envoltura de los bloques”, ha apuntado.
Por último, le llegó al turno al arquitecto Francis Kéré (Burkina Faso, 1965), premio Prizker 2022 y primer africano en recibir el reconocimiento más mediático de la arquitectura mundial, que con la decisión de galardonarle valora el cambio de paradigma, dando atención a la pluralidad constructiva y a esa arquitectura que prima el bienestar social sobre otros beneficios y que ya apuntaba en esa línea con la concesión, en 2021, del Pritzker a Lacaton&Vassal.
Francis Keré, arquitecto, educador y activista social originario de una aldea llamada Gando, en Burkina Faso, ha hablado en su conferencia sobre el centro quirúrgico y centro de salud Léo, en su país. Un edificio totalmente funcional en el que usó material de la zona, arcilla concretamente, y donde se atiende cada día a miles de pacientes.
“Se puede hacer mucho con muy poco”, ha remarcado, al tiempo que ha añadido que en este proyecto están implicadas familias enteras de la zona. “Es un pequeño milagro”.
Kéré se distingue por trabajar, con más ingenio que riqueza, en áreas con muchas limitaciones, con materiales locales y hacerlo de la forma más sostenible posible, consiguiendo que haya retorno y mejoras para la comunidad en la que interviene con cada proyecto.
Desde su oficina en Berlín, y a través de la Kéré Foundation, regresa una y otra vez a su aldea natal para ayudar a transformar la comunidad de la que proviene, reinterpretando de forma creativa los recursos limitados y trabajando con la población local. Un ejemplo de ello fue la Escuela primaria de Gando, la primera obra que realizó, por la que recibió el premio Aga Khan en 2004.
Kéré es de los que piensan que «todos merecemos calidad, lujo y confort». Desde su poblado de Burkina Faso hasta el Pritzker, Kéré es ya una referencia para quienes construyen en países en vías de desarrollo.
El arquitecto de la buena arquitectura, con magnetismo de estrella del rock, ha concluido su intervención ante un auditorio cautivo, por entusiasta, que ha salido satisfecho como si lo hiciera de un buen FIB de los noventa. «Cuando uno hace una arquitectura fuera de las leyes del mercado debe hacerlo todo: desde recaudar el dinero hasta formar a los obreros. Es un trabajo agotador, pero reinventa las reglas del juego».