2022 fue declarado el año del diseño en València, la ciudad elegida Capital Mundial gracias al empeño de un entramado de profesionales, empresas e instituciones que llevan más de 50 años trabajando desde este sector. Entre esas personas que suman décadas ocupándose del diseño, desde este trozo del Mediterráneo, está la diseñadora Lola Castelló (Aielo de Malferit, 1947).
«Lola está presente en cada etapa del diseño valenciano de los últimos 50 años y el diseño está presente en cada momento de la vida de Lola», explica el historiador Rafael Martínez, autor de la biografía «Lola Castelló: Belleza y función», a punto de publicarse por la Universitat Jaume I (UJI) que retoma, con este volumen, la aplaudida colección dirigida por la catedrática Rosalía Torrent. El paralelismo entre la vida de Lola Castelló y el diseño valenciano es evidente.
Rafa Martínez repasa aquí la trayectoria de una diseñadora «convertida en un referente para las nuevas generaciones del diseño, especialmente para las mujeres. No es fácil destacar, ser respetada y reconocida como diseñadora y empresaria en un entorno industrial, competitivo y liderado por hombres. Si lo ha conseguido es por su capacidad profesional y sus valores humanos».
Al fin y al cabo, Lola Castelló es uno de los nombres femeninos que han realizado notables aportaciones al diseño en España desde que este empieza a tenerse en cuenta como tal. El libro coloca a la diseñadora en el lugar visible que le corresponde, no en vano fue una de las dos almas fundadoras de la mítica Punt Mobles y vivió en primera persona el despegue del diseño desde finales de los 70.
Su generación, con pocas excepciones, se afanó por recuperar aquella modernidad que sí había en España en los años 30, perdida con la Guerra Civil española y la dictadura posterior.
Los primeros pasos
Quedamos con Lola Castelló en la Facultad de Historia de la Universitat de València, un edificio del arquitecto Moreno Barberá que ejemplifica a la perfección las tesis del Movimiento Moderno. En la última planta es donde tiene su sede, temporalmente, el Arxiu Valencià del Disseny. Qué mejor lugar para hablar de su vida y su trayectoria.
Vayamos por orden cronológico. Lola Castelló descubrió pronto que le gustaba más jugar a hacer casas de barro y construir pequeñas arquitecturas que jugar con muñecas. «Fue una afición temprana», explica con una sonrisa. No le pasaron desapercibidos los muebles art déco, de la firma Thonet, que había en las casas familiares de su infancia y pronto descubre su vocación.
Lola Castelló llegó a Valencia en 1958 para ingresar en las Trinitarias, donde completó sus primeros estudios. Tras esa fase pasó a la Escuela Barreira con el convencimiento de que quería dedicarse al diseño de interiores. Los dos últimos años, hasta que se graduó en 1969, los realizó en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia, entonces en la calle Museo del barrio del Carmen. Desde 1963, la Escuela incluía en su plan estudios relativos al diseño, aunque con el nombre de Dibujo publicitario y Decoración. Allí iba a conocer a su futuro socio en diversas empresas relacionadas con el diseño, Vicent Martínez.
En los años 60, la formación académica era muy importante para Lola pero lo realmente revelador fue un viaje que hizo por Europa en 1968. «Yo tenía 20 años y viajé a Bruselas y a Países Bajos, eso fue para mí un despertar. Salir sola, conocer otras ciudades, otros diseños … En Amsterdam y en La Haya visité museos que me impresionaron. Allí recibí flashes del mundo moderno, escaparates de tiendas con unos muebles y una decoración que aquí no veíamos. El diseño italiano y el nórdico lo descubrí allí entonces».
Las iniciativas colectivas: Huella y Nuc
Durante los primeros años de su carrera profesional, Lola Castelló se dedica al diseño de interiores de la mano de Luis Adelantado, un joven empresario del mueble y el interiorismo que daba sus primeros pasos en una tienda en Quart de Poblet. Adelantado apostó desde bien temprano por el nuevo mobiliario, del que llegaría a contar con la distribución de varias marcas italianas y nórdicas.
En esa época, Lola Castelló y Vicent Martínez trabajan conjuntamente en el estudio que montan en su casa de Burjassot por primera vez en un proyecto de breve duración. «Se denominan a sí mismos Grupo Huella. De él surgen unas piezas hechas en metal que denotan una cierta modernidad en las formas, una afinidad con el minimalismo y el funcionalismo, muy poco habituales en aquel momento», explica Rafa Martínez.
En los primeros años de la década de 1970, el diseño como cultura del proyecto es algo prácticamente inexistente, lo que llevó a los diseñadores a «autoformarse» a través de la práctica y a «asociarse entre ellos».
Así nació el Grupo Nuc en 1973, integrado por Daniel Nebot, Vicent Martínez, Luis Adelantado (que haría las veces de marchante del colectivo) y Lola Castelló. La experiencia fructifica en una serie de lámparas que fabrica la firma Morant y en la colección de mobiliario Trilátera. Este colectivo no tuvo continuidad.
«En este mismo periodo se enmarca el viaje que llevan a cabo, acompañados de José Juan Belda y Carlos Albert (futuros miembros de Caps i Mans), a la Feria de Copenhague en 1974. Resulta característico de esta primera generación de diseñadores su afán por autoformarse a través de lo que es propio en la época: los viajes, las revistas, las reuniones entre colegas que, a la manera de las que llevaron a cabo los miembros del Nou Disseny Valencià, les permiten intercambiar información y experiencias».
Ocupada en el cuidado de su hija Isabel y en diversos proyectos de interiorismo para Adelantado, entre ellos el de una vivienda para el músico Juan Bau, Lola Castelló está cerca de pasar al diseño de producto.
El nacimiento de Punt Mobles
«En València había poquísimas empresas de mueble moderno … era difícil que te cogieran un diseño, así que ¿Por qué no hacer nuestra propia empresa? El paso natural fue que pasáramos a inventarnos los muebles que nos faltaban. Ahí es donde me caza el diseño: yo hacía lo que necesitaba para tal o cual interiorimo. No era tanto dar un paso de gigante como ir introduciéndome desde la decoración al diseño. Pam i Mig, primero; Punt Mobles, después. Yo me dejo a Adelantado para irme con Vicent Martínez y Jaime Alcázar. Prescindimos de las tiendas que teníamos con Pam i Mig y nos quedamos, Vicent Martínez y yo, solo con la fábrica. Ahí empieza mi vida en Punt Mobles».
En esa época, la del nacimiento de Punt Mobles, tienen lugar dos hechos cruciales para el desarrollo de la nueva empresa: por un lado, la creación de SIDI en 1984 dentro del marco de la Feria del Mueble de Valencia, organismo al que Punt Mobles se adhiere un año después y que permitirá la internacionalización de la empresa. «Cuando se constituye el grupo SIDI, vamos todos agrupados y con una imagen internacional muy buena, estábamos muy bien considerados. Al ir en grupo, se tiene más fuerza», explica la diseñadora.
En este momento, Lola Castelló ejerce de diseñadora, interiorista y de empresaria, ya que también se ocupaba de la parte comercial de Punt Mobles. «A mí siempre me gustó no centrarme en una sola cosa, quería tocarlo todo, incluida la parte comercial … así no te encasillas», cuenta Castelló entre risas.
La única mujer diseñadora en el avión
Esa faceta de empresaria y diseñadora le llevó a viajar muchísimo por todo el mundo. «En los aviones casi todo el pasaje, exceptuando a las azafatas, era masculino. Recuerdo a una mujer mayor, una empresaria catalana que era la única con la que coincidía en los aviones, de mujeres éramos solo ella y yo. Como empresarias había pocas, pero como diseñadoras aún menos. En el contexto de entonces yo daba gracias por poder estar, no te planteabas nada más. Me he sentido apoyada y valorada, en ese sentido, en mi entorno profesional, aunque éramos poquísimas mujeres. Tuve suerte», explica la diseñadora.
Por otro lado, en 1985 se celebra en Alicante la primera edición de los Encuentros Internacionales de Diseño con la presencia de destacados profesionales (como el inquieto Alessandro Mendini, fundador de la revista Modo y, por aquel entonces, redactor jefe de Domus; o un joven Philippe Starck). Lola Castelló acude a esta cita cargada de ilusión, para ella, esta nueva década representa la de su inmersión en el diseño de producto.
«Fruto de esa dedicación son dos sillas notables tanto por su aspecto como por la filosofía de la que se impregnan: calidad en los acabados y atemporalidad. Son la silla Onis y la silla Nit, ambas diseñadas en 1986. Con la silla Nit, Lola Castelló captará la atención del arquitecto Arata Isozaki (Premio Pritzker en 2019), encargado de la selección que conformará el Anuario de Diseño Internacional en su edición de 1988», explica Rafa Martínez.
Con su labor como editora, que también la tuvo, verán la luz en los siguientes años piezas de diseñadores como Pedro Miralles (las mesitas Andrews Sisters, de 1988, o el escritorio Compás, de 1990), Terence Woodgate (la colección River, de 1989), Jorge Pensi (la silla Temps, de 1997, o el sofá cama Nit i dia, de 1998), Carme Pinós (la tumbona La Tomasa, de 1998), Vicente Blasco (el cabecero Pepperland, que incorporaba grafismos de Marisa Gallén, Paco Bascuñán y Pepe Gimeno) o José Juan Belda (la colección Strata, de 2005).
Diseñadora de producto
La década de 1990 es también la de la consolidación de Lola Castelló como diseñadora de producto.
Tras haber diseñado en los últimos años algunas sillas notables, Lola Castelló se centrará en el diseño de mesas. En 1990 aparece Carmen, destinada al comedor; toda ella realizada en madera de fresno. Para llevarla a cabo se inspiró en una fotografía del ballet homónimo que puso en escena Antonio Gades. Esa misma idea de movimiento la encontramos en otra mesa que diseña un año más tarde, junto a Vicent Martínez, Papallona, un mueble que hace de la curva su elemento más característico y que tiene la capacidad de convertirse, mediante una sencilla operación, en una consola.
«Este ejercicio constante de diseño maduro y solvente, propicia, por un lado, su inclusión en muestras de cierta relevancia; y, por otro, la expresión pública del pensamiento de su autora. Algo que se ve reforzado por la concesión en 1997 del Premio Nacional de Diseño a la empresa Punt Mobles, que Lola Castelló codirige con Vicent Martínez. A lo largo de esta década, la figura de Lola Castelló irá cobrando una mayor relevancia, en parte por la visibilidad que le aporta este galardón. De este modo, en cuanto dispone de altavoz, hace saber que para ella el diseño tiene que ser algo muy depurado, minimalista, muy sencillo y cálido», indica Rafa Martínez.
Al preguntarle por sus diseños preferidos, Lola Castelló se resiste a elegir, «a la silla Nit le tengo mucho cariño, a la mesa La Camilla también. Sigo pensando que son buenos diseños hoy en día, tantos años después de haberlos pensado». «El diseño, para mí, tiene que ser belleza y función. La parte comercial, la que nadie dice, es fundamental: para mí un buen diseño es aquel que pueda venderse. Y duradero, el tiempo lo juzga».
Lola Castelló llevó a cabo proyectos importantes con la colaboración de Vicent Martínez y la oficina técnica de Punt Mobles en esta época, como por ejemplo los que desarrollan en las bibliotecas de los museos de Prehistoria y Etnología del Centro Cultural La Beneficencia y en la Biblioteca Valenciana, en el antiguo convento de San Miguel de los Reyes en Valencia.
Las Cortes se modernizan
Uno de los trabajos que más satisfacción le ha dado en su vida profesional fue el que hizo, con Punt Mobles, para el interiorismo de Las Cortes Valencianas, una obra de los arquitectos Carles Salvadores y Manuel Portaceli. «El trabajo salió a concurso público y lo ganó El Corte Inglés, que a su vez nos encargó a nosotros, Punt Mobles, los diseños. Estuvimos muy a gusto todos: los políticos, El Corte Inglés, los creativos, que éramos nosotros, todos … el edificio es precioso y queríamos que el interiorismo no llamara demasiado la atención, que se integrara en él pero con un aire moderno. Diseñamos muebles, sillas y mesas. El despacho del Presidente de las Cortes, todo el interiorismo del edificio. Fue un trabajo maravilloso», explica Castelló.
Última etapa en activo
En 2008 estalla la (gran) crisis financiera en Estados Unidos que llega con impulso a España y se traduce, entre otras catástrofes, en una bajada brutal de las exportaciones, lo que provoca que Lola Castelló y Vicent Martínez salgan de Punt Mobles. Tras esto, la empresa cambia de manos. Hasta 2013, año en que se jubila, la actividad de Lola Castelló da para mucho. Como diseñadora, ya no propietaria, de Punt Mobles, la nueva década trae varias sillas pensadas por Castelló. A ello hay que añadir, las mesas Área y Mesárea, los muebles de baño Bam o la consola de pared Ida y Vuelta.
También, a través de su participación en diferentes exposiciones, Lola Castelló pudo volver a reivindicarse en un mundo, el del diseño industrial que, como ha recordado era «muy masculino» en sus comienzos.
Arxiu Valencià del Disseny
En marzo de 2019, Castelló participó como donante en la formación del Arxiu Valencià del Disseny, una iniciativa que adopta legalmente la Universitat de València con la colaboración de la EASD Valencia. De hecho, el así llamado «Arxiu Personal i Professional de Lola Castelló i Vicent Martínez al voltant de Punt Mobles» constituye la piedra miliar de dicho archivo. «Para mí es un gran descanso pensar que los dibujos y todo aquel trabajo va a estar custodiado en un entorno protegido, cuidado y al alcance de los investigadores. Que la gente pueda acceder a toda esa información es importante para la difusión del diseño», señala Castelló.
«La labor de Lola Castelló y su papel como pionera del diseño español; este papel minoritario de la mujer en el diseño se ha ido desdibujando con el paso del tiempo para ganar un mayor protagonismo. Lola Castelló ha sido, sin lugar a dudas, una de sus protagonistas. Como diseñadora, como editora, como empresaria. Como pionera de cualquiera de estas tres vertientes de su carrera profesional», explica Rafa Martínez.
Esta búsqueda de Lola Castelló de la función combinada con la belleza se materializa en los objetos que diseña, y se corresponde con una concepción vital ideológica que tiene que ver con la austeridad del Movimiento Moderno, la necesidad de recuperar todo lo perdido, también en diseño, con la guerra y la posguerra española. «En este afán cabe buscarse, precisamente, la adopción y el desarrollo del diseño como práctica profesional en nuestro país», concluye Rafa Martínez.
Ella, que creció sin referentes femeninos profesionales y donde lo más cercano en ese sentido fueron las lejanas mujeres de la Bauhaus, se ha ido transformando en un referente en sí misma para las que vengan detrás.