Un equipo multidisciplinar formado por siete profesionales y encabezado por el arquitecto Carmel Gradolí, activista orgulloso de aquel «Salvem el Botànic», gana el concurso para materializar aquellos anhelos de ciudad en un espacio real, para convertir el solar de jesuitas en un jardín al que han llamado «Bardissa».
De «Salvem el Botànic» a la supermanzana verde: el poder de la gente
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