Los profesores de la UPV y arquitectos Eva Álvarez y Carlos Gómez, responsables de las tareas de investigación desde la universidad, socia española de la plataforma europea ARCH-E junto a siete entidades de otros tantos países, fueron los anfitriones de un nutrido grupo de profesionales de la arquitectura que dedicaron toda una jornada a debatir y contrastar experiencias sobre los concursos de arquitectura en Europa. ARCH-E tiene como propósito fomentar prácticas de construcción sostenibles, generar oportunidades de empleo y mejorar la calidad de la arquitectura a escala de la Unión Europea. Las sesiones con expertos profundizaron en la situación, su problemática y las posibles soluciones.
La sesión comenzaba con la apertura oficial por parte de Ernesto Fenollosa, actual jefe de estudios de la escuela y próximo director de la misma, quien, tras la bienvenida, dio la palabra a Eva Álvarez, quien trazó una panorámica sobre los estudios de arquitectura en Europa, que están mayoritariamente formados por dos o tres personas, y la conveniencia de trazar colaboraciones a la hora de abordar la participación en los diferentes concursos. La Plataforma ARCH-E promueve esa red colaborativa trasnacional, cuya finalidad es la misma que promueven las entidades YesWePlan! y la New European Bauhaus: favorecer las condiciones de trabajo de las arquitectas y arquitectos.
La arquitecta y profesora Eva Álvarez y Ernesto Fenollosa, en representación de la ETSA, abriendo la jornada sobre los concursos de arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV.
El arquitecto Iván Capdevila durante su intervención.
El arquitecto Iván Capdevila, también profesor pero en la Universidad de Alicante, desarrolló su ponencia en torno a su experiencia en los concursos que ha ido ganando a lo largo de los años, un total de 14, y sobre todo se centró en el concurso de arquitectura Europan, que ganó cinco veces: desde el primero, en 2003, recién terminada la carrera con 25 años, hasta el último, en 2019. Su carrera en estos certámenes supone un relato alternativo sobre cómo presentar propuestas a gente de otros países y convencerles de su idoneidad.
Capdevila es un defensor de la importancia de los concursos de arquitectura como fuente de oportunidades para los profesionales jóvenes y los considera un tránsito fundamental para iniciarse en la profesión. El concurso Europan como resumen de la idea de una Europa que da oportunidades iguales a todos los arquitectos y arquitectas del continente, con la posibilidad muy generosa de superar el contexto social de cada persona.
Con una absoluta falta de referentes a los 25 años, Iván Capdevila y los dos colegas con los que accedió al primer concurso, abordaron un solar que nadie quería, en una ubicación difícil de Viena, para convertirlo en un lugar de investigación y puesta en valor de sus ideas sobre espacios urbanos. El arquitecto quiso recalcar la capacitación profesional con la que abordaron el concurso, con muchas herramientas para poder llevar esas ideas a la realidad, lo que él considera que supone un éxito del sistema educativo público universitario, del que es un defensor convencido y de donde proviene.
Capdevila también habló de la importancia del apoyo institucional como acompañamiento al trabajo de arquitectura y agradeció contar con unas instituciones austriacas muy implicadas que velaron, en todo momento, por facilitar la concordancia cultural necesaria en los proyectos. El arquitecto concluyó su reflexión con un alegato a favor de la educación pública, esa que facilita el camino profesional a todo el mundo, venga de donde venga.
«La sensibilidad de las instituciones en necesaria y los concursos son una oportunidad maravillosa de hacer buena arquitectura. Debe haber diferentes formatos para llegar a todos: concursos como mecanismos de intervención en la realidad, sea cual sea, pero sin dejar nunca de lado el amor arquitectónico», concluyó Capdevila.
Iván Capdevila (Foto: Eduardo Manzana).
Las arquitectas Nuria Matarredona y Anna Ramos, como espectadoras, en las sesiones de ARCH-E.
La segunda charla, ya en el Aula Magna de la ETSA, fue de la arquitecta Miyuki Inoue, quien desarrolla su trabajo en Suiza. Ganadora del premio internacional anotHERVIEWture, resultante del proyecto YesWePlan!, la arquitecta estudió en Tokio y en Nueva York pero reside en Zurich porque su pareja forma parte del equipo de Santiago Calatrava.
La oficina de Miyuki, formada por tres arquitectas, ha ganado varios concursos de arquitectura en Suiza, lo que les ha posibilitado intervenir diferentes edificios, desde una iglesia hasta viviendas particulares pasando por la ampliación de una escuela. La arquitecta explicó que la gran mayoría de los concursos que se convocan en Suiza son de tipo abierto y necesarios para abordar casi cualquier proyecto.
La arquitecta Miyuki Inoue (Foto: Eduardo Manzana).
Eva Álvarez y Carlos Gómez durante la ponencia de Miyuki Inoue.
La directora de la Fundación Mies van der Rohe de Barcelona, la arquitecta Anna Ramos, fue la siguiente ponente de la jornada y abordó la explicación del primer concurso que ha organizado la entidad que dirige con motivo de la celebración en Barcelona del congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), que treinta años después volverá a darse en la ciudad. Con motivo del congreso, la Unesco ha declarado Barcelona como Capital Mundial de la Arquitectura 2026, lo que supondrá «una oportunidad de celebrar la ciudad».
Para que esté todo listo en 2026, la Fundació Mies van der Rohe ha propuesto un concurso de ideas destinado a jóvenes arquitectas, menores de 35 años, para intervenir diez paredes medianeras en diez distritos de Barcelona, al que se presentaron 250 propuestas y de ahí fueron aprobadas 173, de las cuales se han seleccionado las elegidas. La idea inicial era proyectar pabellones efímeros, como lo fue en su día el propio pabellón Mies, pero al final se ha optado por apostar por el espacio público vacío con la intervención en medianeras que han quedado, con el paso de los años y de la (des) ordenación urbana, en fachadas permanentes.
La arquitecta Anna Ramos dirige la Fundación Mies van der Rohe, un organismo dependiente del Ayuntamiento de Barcelona.
La biblioteca del Centro de Información Arquitectónica (CIA) de la UPV acogió algunas charlas de estudios valencianos sobre su experiencia en concursos públicos.
La sesión de la tarde comenzó en el Centro de Información Arquitectónica (CIA) de la Escuela de Arquitectura con un debate-café en el que intervinieron tres estudios valencianos que hablaron de su paso por los concursos.
Inés Arnau habló de la deslocalización que les ha supuesto, a ella y al arquitecto Sergio Bruns, la posibilidad de trabajar en remoto para un importante estudio de arquitectura suizo y llevar a cabo su participación en diferentes concursos de gran envergadura, por ejemplo en el proyecto de un hospital con 200 millones de presupuesto. Arnau explicó que en Suiza, por su experiencia, siempre se exige un estudio previo, cuyos honorarios se pagan, antes de llevar a cabo el trabajo.
El estudio de Jaime Sanahuja rehabilitó, tras ganar un concurso, un palacete de París (propiedad primero del Ministerio de Exteriores y, ahora, del PNV) sede del Instituto Cervantes.
El arquitecto Jaime Sanahuja intervino contando su participación en el concurso que les abrió la posibilidad de intervenir un palacete en París que alberga la biblioteca del Instituto Cervantes, un edificio protegido y de gran valor arquitectónico que no había tenido ningún cuidado en los últimos cincuenta años. Sanahuja explicó que desde su estudio en Valencia, Sanahuja&Partners, escogieron como socios locales a un estudio, Colomer+Dumont, para poder revisar la obra de una forma más estrecha.
Tras muchos avatares, crisis económica y pandemia mundial incluida, en 2022 concluía un proyecto que había comenzado en 2009, un largo periodo de tiempo que posibilitó, no hay mal que por bien no venga, que el arquitecto hiciera innumerables viajes a París y disfrutara de la ciudad.
Aun con todo, Sanahuja manifestó que los concursos suponen, por su experiencia, «un desgaste brutal». Una visión «pesimista», ya que el objetivo de los concursos es tener la mejor arquitectura en la ciudad pero que, ahora mismo, eso no es posible porque en lugar de apostar por eso se premian las bajas económicas. «Hay mucho esfuerzo en vano», apuntó, «además no hay feedback ni exposición pública de los proyectos de los concursos. Hay que meterse en política para poder cambiar las cosas, nos jugamos que nuestro trabajo como arquitectos llegue a las ciudades».
Los arquitectos Antonio Gallud y Nacho Fuster, de VAM10 Arquitectura y Paisaje, hablaron de su proyecto de reorganización de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia, y recordaron que en los últimos años se han llevado a cabo tres concursos «bien planteados»: el de la plaza de la Reina, el de la Plaza del Ayuntamiento y el del parque de desembocadura del Turia, donde ha habido participación ciudadana y mucha opinión pública sobre la ciudad.
Ambos arquitectos explicaron los aspectos más importantes de su proyecto «Re-Natura», que interviene los 70.000 metros cuadrados de la plaza más grande de Valencia con la intención de hacerla habitable y amable durante los doce meses del año.
La presidenta del Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia (CTAV), Marina Sender, junto a Malek Murad, durante la ponencia de Luciano Alfaya.
El decano de los arquitectos gallegos, Luciano Alfaya, fue quien cerró la jornada dedicada a repensar los concursos de arquitectura, esta vez desde la perspectiva de los órganos colegiados, y lo hizo contando cómo llegó al cargo, en 2023, con una ingenuidad propia de quien no ha participado en ese tipo de entidades colegiales antes y con la intención de apostar por una arquitectura de calidad en todos los ámbitos posibles y cambiar las cosas que no funcionaban. Nada más llegar constató que no existía una lista oficial de concursos nacionales, ni internacionales, no había listas de baremos, tampoco de honorarios. El desconocimiento sobre los concursos era grande.
En su charla, titulada ‘problema, proceso y propuesta sobre los concursos de arquitectura’, explicó que los concursos han facilitado, desde siempre, que arquitectos jóvenes trasladen su frescura a la ciudad. Como Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, que diseñaron el edificio de Correos de Madrid con apenas 34 años; Richard Rogers y Renzo Piano, con el Centro Pompidou, que proyectaron con 34 y 35 años, o el caso de Alejandro Zaera Polo, con la terminal marítima de Yokohama: «todos ellos hicieron, a través de concursos, una arquitectura que ha proporcionado un retorno enorme a la sociedad».
Alfaya explicó que propuso, nada más llegar al cargo del Colegio de Arquitectos de Galicia y a la CSCAE, formar una comisión sobre concursos. Al cabo de un año, no tenían nada nuevo: los problemas estaban muy detectados pero las soluciones, no. Visto eso, se cambió el planteamiento y se focalizó en armar un texto con menos matices y más esencial, intentando llegar a propuestas concretas a través de tres preguntas básicas: ¿Son los concursos el mejor sistema para acceder a una buena arquitectura? ¿Cómo establecer unos honorarios justos? ¿Cuáles son los parámetros adecuados para organizar un buen concurso de arquitectura?
Luciano Alfaya concluyó que los concursos son la mejor vía para los arquitectos pero también para el retorno a la ciudad, además estimulan la calidad, la participación, la transparencia, la democracia y la competencia. Proporcionan una mayor calidad del resultado al obtenerse un mayor número de respuestas a un problema concreto, el anonimato garantiza la evaluación de la propuesta y no la trayectoria del participante; y optimiza los recursos públicos. «La arquitectura y el urbanismo son una inversión, no un coste, y los concursos son la mejor opción».
[La jornada contó con el apoyo de sponsors: hna, la mutualidad de los Arquitectos, Arquitectos Técnicos y profesionales del sector químico; Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia, CTAV; la cátedra CUG; ETSA-UPV y ARCH-E].